(el próximo 7 de junio), mezclaba hoy mi torpeza digital con un impulso comunicativo: la necesidad de transimitir una opinión que sirviera de ariete contra la vaguedad electoral de, al menos, mi entorno cercano.
En estos tiempos de "crisis" (término que quizá convendría sustituir por "recesión sistemática inherente a la estructura cíclica del capitalismo") surgen las defensas a ultranza del "libre mercado". Como muchos expertos han reiterado, el "libre" mercado no es tal: no está simplemente sujeto a la ley de oferta y demanda, sino que interviene, y de manera decisiva, la regulación humana. Breton Woods consolidó y creó las herramientas del sistema que se había gestado desde años atrás: la creación de una estructura bancaria supranacional que controlara el mercado del dinero y productos mundiales a través del manejo de créditos, tipos de interés y productos financieros.
La conferencia mundial de 1944 (
Breton Woods) sirvió para configurar, en el marco de este liberalismo, las herramientas conductoras del sistema (
FMI Y Banco Mundial), de acuerdo con el
Nuevo Orden Mundial nacido de la Segunda Guerra. El resultado previsto (y patente hoy) es la Globalización política, económica y social.
Desde principios del S XX hemos padecido sucesivas "crisis" económicas: el Crack del 29, la crisis del petróleo de 1973, la crisis inmobiliaria de 1993, la de las "puntocom" del año 2000... hasta la actual. Perdonad el atrevimiento pero tengo entendido que, si no en todas, en la mayoría existe un factor común: la debacle está precedida por un crecimiento económico desmesurado y un consumo exacerbado que no se basa en una capacidad adquisitiva real sino en el sistema de créditos e intereses, es decir, en el 'dinero aire'. Correlativo es un aumento de precios que beneficia a las empresas y "estimula" la economía en un crecendo que parece infinito hasta que se desinfla por sí solo (o por inducción).
Por una parte, el capitalismo ("control privado del capital", como puntualizó un amigo cercano) existe a través de la acumulación, los beneficios y el crecimiento. Hablar de sector privado es hablar de "ánimo de lucro", de obtención de beneficios que, en teoría, se destina a la inversión (entiendo ahí la defensa que otro amigo hizo al respecto). De por sí, esto es motivo para que se cuestione la sostenibilidad infinita del sistema (como apunta el sociólogo esloveno, Zizek, defensor, por cierto, de Izquierda Anticapitalista). ¿Puede la economía mundial crecer indefinidamente, sobre qué bases, a costa de qué o quiénes? No hace falta ser gurú para apuntar a quiénes perjudica el crecimiento de las economías líderes.
Pero, además, resulta que el funcionamiento de la economía está regulado por aquellos a quienes también beneficia: los bancos, que controlan el flujo de créditos e intereses, y las empresas internacionales. Todos ellos comparten acciones (participación accionaral) con la élite política. Por ello, política y economía están accionarialmente unidos y ahí reside la mayor aberración: la política rige en base a criterios empresariales y no sociales; en busca del beneficio económico del sector líder y no del beneficio social.
¿'La Gran Ilusión'?
Dejando valores morales a un lado, el anticapitalismo no es, a mi juicio, una "utopía irreal", todo lo contrario: acepta que es iluso pensar que el ritmo económico mundial es sostenible y persigue un reparto de las riquezas más equitativo, reduciendo la concentración empresarial (que pone el capital al control de unas pocas manos privadas) y otorgando el control de los productos básicos al poder estatal.
De acuerdo, soy pesimista: creo que un cambio total del sistema no es posible. Pero sí veo indispensable oponer resistencia a la inercia actual.
Al menos, una cosa: que los capitalistas y neoliberales defensores a ultranza del sistema no vengan ahora con llantinas por la "crisis", porque ellos mismo la han provocado... (y que, por cierto, de ella se benefician: ¿cuántos acuerdo ha firmado Zapatero con Botín y su hija-- presidenta de Banesto-- desde que se declaró la crisis? ¿Cuántos pequeños bancos han sido comprados por los grandes en esta época de recesión?...)
Concluyo con mi insistencia: cualquier debate económico o social enriquece y es bienvenido, pero de nada sirve si después la gente se queda en su casa pensando que votar es una estupidez, que
"no sirve para nada". Hoy día, es casi más importante lo que se diga en Estrasburgo que en Madrid y más lo será cuando se apruebe el próximo año el
Tratado de Lisboa. Votemos lo que sea (el "chorizo" si se quiere), pero votemos..
Por cierto: IA es una escisión de Izquierda Unida, y de momento no tiene representación en España pero en Europa está unido a su facción internacional :)